En el estado de Yucatán, en el sureste de México, en la península de Yucatán, un equipo arqueológico que excavaba en un sitio poco explorado cerca de la pequeña y pintoresca aldea de Ucanha descubrió algo muy inusual. Era un rostro gigante de aspecto humano, tan alto como una persona y esculpido en estuco.

Sus características lo identificaban claramente como una máscara maya de la antigua civilización maya, que gozó de hegemonía total en esta parte del mundo hace más de mil años.

Máscara maya descubierta en la península de Yucatán

El relieve de estuco maya se descubrió por primera vez en 2017. Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México pasaron tres años restaurando cuidadosamente la escultura, entre períodos en los que fue temporalmente restaurada para evitar su rápido deterioro por la exposición a los elementos.

Pudieron datar positivamente la máscara maya en la era Preclásica Tardía de la antigua civilización maya, lo que significa que fue creada en algún momento entre el 300 a.C. y el 250 d.C.

En su comunicado anunciando el hallazgo, el INAH afirmó que esculturas como estas “representan rostros de individuos con rasgos particulares que pueden asociarse con deidades o con personajes de destacado estatus social”. Era una práctica común en la civilización maya decorar los edificios con esculturas decorativas incrustadas de gran escala, que a menudo presentaban los rostros de gobernantes o dioses.

Sin embargo, reliquias como esta son un hallazgo poco común, ya que muchas de las esculturas que alguna vez existieron han sido irrevocablemente dañadas o destruidas, o permanecen profundamente quemadas en lugares no descubiertos. Sin embargo, se han encontrado relieves esculpidos en estuco similares en las aldeas de Acanceh e Izaмal. Pero esos son los únicos otros rostros gigantes descubiertos en la Península de Yucatán.

Reconociendo la delicada naturaleza de su descubrimiento, los arqueólogos ahora han vuelto a recuperar la escultura completamente restaurada, garantizando así su preservación. Sin embargo, los turistas interesados ​​en ver más de cerca los antiguos relieves de estuco maya pueden hacerlo viajando a Acanceh. Allí, se han exhibido al público varias esculturas en honor a deidades mayas, en el “Palacio de los Estucos” de la ciudad.

Influencia olмec en los mayas

La gigantesca máscara maya de estuco representa ejemplos destacados del antiguo arte maya. Los dioses y gobernantes mayas eran habitualmente honrados en forma esculpida y, además del estuco, los artistas mayas también esculpían en piedra, madera, Ƅone, conchas y arcilla cocida. El interés de los mayas por crear rostros esculpidos con apariencia humana se remonta al primer milenio antes de Cristo.

Sus esfuerzos artísticos en esta área estuvieron claramente influenciados por sus contactos con los olmecas, la llamada “Cultura Madre de Mesoamérica” que ocupó las extensas regiones terrestres al oeste de la Península de Yucatán hasta alrededor del 400 a.C., cuando sus sociedades “desaparecieron por razones indeterminado.

Poco se sabe sobre la naturaleza de los contactos entre los olmecas y los mayas. Pero la influencia olmeca en la cultura maya fue profunda. Los olmecas afectaron las creencias espirituales, las prácticas e incluso sus actividades recreativas del pueblo maya, así como sus preferencias en estilo artístico y arquitectónico.

Los olmecas son más conocidos hoy en día por sus colosales estatuas de cabezas de piedra labradas, que pesan varias toneladas cada una y se cree que representan los ʋisajes de respetados gobernantes olmecas.

Los rostros cuidados en estos gigantescos trozos de roca recuerdan a las máscaras mayas y los rostros gigantes creados por los escultores mayas, quienes habrían sido encargados de realizar estas obras de arte por los gobernantes de los “diversos pequeños reinos que componían la gran civilización maya”.

n la era Preclásica tardía, cuando se esculpió la cara gigante de Ucanha, los mayas vivían en aldeas agrícolas todavía pequeñas pero cada vez más pobladas. Estos asentamientos en rápida expansión formaron las semillas de las grandes ciudades mayas que surgieron para dominar la región en la era clásica, que se desarrolló entre el 250 y el 900 d.C.

Creaciones artísticas de gran tamaño, como el rostro gigante de Ucanha, son reflejos de una sociedad que se estaba volviendo cada vez más segura y ambiciosa. En el apogeo de su poder, los mayas ejercieron control político, cultural y social sobre una amplia franja del sur de México y América Central.

Pudieron mantener ese control durante varios siglos, antes de que siguiera la decadencia interna y la conquista española provocara la desaparición de sus reinos.

Explorando la historia a través de artefactos dejados atrás: la máscara maya

Si bien el pueblo maya todavía existe en cantidades significativas, las grandes culturas construidas por sus ancestros lejanos existen sólo en la forma de los artefactos, reliquias y obras maestras arquitectónicas que dejaron atrás. Descubrimientos asombrosos como la cara gigante de Ucanha no revelan muchos detalles sobre la cultura o los artistas que los crearon.

Pero sí actúan como marcadores de la evolución cultural en curso que estaba cambiando la sociedad maya, alejándola de sus modestas raíces agrarias y transformándolas en una cultura urbana diversificada, ambiciosa y de gran éxito, que en última instancia estaba condenada a la extinción, como todas. Las grandes civilizaciones e imperios parecen serlo.

Por supuesto, lo que experimentaron los mayas durante la transición de la era Preclásica a la Clásica es el mismo tipo de transformación evolutiva que se ha experimentado en Europa, Estados Unidos y otras partes del planeta durante los últimos dos siglos.

Cuando los arqueólogos del futuro lejano estén investigando la regla que quedó atrás después de nuestro colapso final, probablemente sentirán tanta curiosidad por la civilización perdida hace mucho tiempo que creó las cabezas cuidadas gigantes en el Monte Rush, más como nosotros por la civilización perdida hace mucho tiempo que Creó los rostros gigantes esculpidos en la Península de Yucatán.